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Pregón proclamado el día 29 de abril de 2017
Saluda del Pregonero/a:
Cuando aún resuenan los ecos en mi memoria y en mi corazón de lo vivido y lo gozado el día de mi nombramiento como Pregonero de las Fiestas de la Santa Cruz de la Calle Cabo, el transcurrir inexorable del tiempo, viene a decirnos, que el Pregón ya está aquí.
Si, queridos bartolos, el Pregón ya ha llegado y con ello culmina mi peregrinación diaria que he vivido junto a la Santa Cruz para poder escribirlo. Recordad, que ese día, imaginariamente, os pedía el favor de poder hacer mía a la Santa Cruz para que me ayudara y me guiara en tal menester. El pregón está terminado, os la devuelvo, pues, a quien corresponde, al pueblo bartolo, para que podáis vivir junto a Ella, un año más, la Gloria triunfante que son sus fiestas.
El pregón llama a las puertas de los corazones bartolos y yo me quedo con la experiencia única que me ha llevado durante meses a vivir la Cruz, a recordar a la Cruz, a pensar en la Cruz, para al final darme cuenta de que, quien ha vivido en mí durante este tiempo, ha sido la Cruz, la Santa Cruz de la Calle Cabo. Y realmente así ha sucedido, mientras escribía mi pregón, que no es más que el espejo donde se refleja mi existencia, he realizado un esfuerzo ímprobo por buscar a la Cruz, queriendo encontrarla, te veía, te tenía cerca, pero no llegaba a alcanzarte. Te he buscado en mi niñez, te he buscado en el Romerito y corriendo al lado de la legión, pero no, no lograba hallarte. Has sido Tu, Santa Cruz, la que has venido a mi encuentro, has sido Tu la que has venido a buscarme.
Y por supuesto que me has encontrado y aquí estás conmigo, identificada y aceptada plenamente en mi vida. Ya dije aquel recordado día que pronunciar el Pregón de la Calle Cabo era para mío un Honor, lo mantengo y lo ratifico, más aún conociendo, ya, en su plenitud la alegría que supone haber vivido directamente la Cruz, por ser bartolo en toda su indiosincracia, pero sobre todo por ser crucero, con toda la grandeza que encierra esa definición.
La ansiada espera está llegando a su final. Casi sin darnos cuenta, estaremos trasladando y subiendo en solemne Acto a nuestra Santa Cruz a su Magnifico Altar de Cultos, el llanto y la inocencia de los pequeños bartolitos en masiva afluencia nos indicarán que los días del Triduo ya están con nosotros y al finalizar el segundo día nos conducirá irremediablemente al Teatro España.
Y allí el pregonero encontrará el sentido de su pregón, su pueblo, su Cruz y sus devotos, los que nos hacemos llamar y estamos orgullosos de ser bartolos, su familia y sus amigos, siempre, unos y otros, porque, ya quedó dicho, ellos son los pilares, la base, la inspiración y el “ser” de este pregón.
Y entre todos, destacando, seguro, la Reina de la Fiestas y su Corte de Honor, y seguiré sin llamarte por tu nombre, aun no puedes saber porqué, pero si quiero que sepas que si allí estamos todos, un poco muy grande es por ti, por tu Reinado, que también hemos hecho nuestro, porque nos ha contagiado esa Ilusión por ser tú este año la mujer bartola más guapa y que la representas a todas.
Sabes que eres especial y sigue siendo esa niña que nunca quieres dejar de ser y por eso te queremos.
Antes de terminar me gustaría destacar la gran paradoja que he sacado yo como conclusión de la oportunidad que he tenido a la hora de escribir este pregón, y es que dicen que eres la Alegría del Pueblo, y es cierto, no lo pongo en duda, es más lo reafirmo rotundamente, nos enloquece, nos altera, nos revoluciona en los días previos a tus fiestas, entonces… porqué cuando te miramos, porqué cuanto te contemplamos, porque entonces tantos recuerdos, porque tantas emociones, porque tantas lagrimas…